Pues mi pescatera me enseñó esta receta hará cosa de un par de semanas. Y como cada vez que voy a comprar me pregunta que tal me han quedado los pulpos, no me ha quedado otra que cocinarlos para darle una respuesta. Y es que yo los pulpos los congelé nada más comprarlos, siguiendo esa pereza que me caracteriza y que siento tan mía. La cosa va así: uno de estos sábados en que debería haber estado escribiendo la Tesis me fui al mercado a ver si me inspiraba un poco y en la pescadería me encontré con unos pulpos, de esos de tamaño mediano y que ya no son pulpitos, recién pescados. Yo de pulpos entiendo poco porque no soy muy violenta y eso de andar dando palizas no me va nada. Pero me contó la pescatera como cocinarlos: se meten los pulpos una vez limpios en una cacerola (que sea un poco alta) con mucha cebolla, yo debo haber gastado 5 o 6 cebollas, cortadas a trozos gordos. Se tapa y se deja a fuego medio para que el pulpo saque el agua. Esta receta es un buen plato para llevar en la fiambrera pero para nada es una receta rápida, los pulpos tardan en cocer más de una hora si se quiere que queden bien blandos. Una opción es utilizar una olla rápida, pero en ese jardín yo no me meto. Una vez se ha consumido el agua, se añaden un par de ajos bien picados y se deja un rato más. Al final, se añade un chorrito de vino blanco y se apaga cuando se haya consumido. Es una receta fácil y los pulpos están muy buenos. Hay que ver cómo me enrollo.
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